¿Sabías que las redes de los centros de cultivo protegen a los salmones de los depredadores marinos?
Uno de los desafíos que enfrenta la salmonicultura en Chile son los ataques de los lobos marinos a las jaulas, que causan importantes pérdidas por mortalidad, además de estrés en los salmones. Por eso, en la actualidad la industria utiliza renovadas redes anti depredadores, que son casi 100% efectivas.
En la medida que el volumen de las jaulas creció, las redes de cultivo también evolucionaron. De 30×30 pasaron a 40×40 y hoy encontramos redes de 60×60, lo que ha exigido mejorar su resistencia, tamaño y materialidad. La confección a máquina logró estandarizarlas, evitando la irregularidad de la fabricación manual. Hoy, existen productos de Dyneema (fibra muy resistente, aleación de nylon y kevlar), polietileno y HDPE (polietileno de alta densidad), entre otros, los que optimizan el trabajo de las redes y dan la contención que necesitan los peces. Además de la materialidad, el desempeño y grado de efectividad de las redes depende de otros factores: resistencia a las mordidas, diseño, instalación o cambio rápido y de calidad, cercanía con loberías, corrientes marinas y grado de suciedad, por nombrar algunos.
Otro desafío es la logística. Para proteger un centro de cultivo se requiere al menos 60.000 m2 de superficie de redes, las que se instalan, se mantienen y al final del ciclo son retiradas por barcos. Actualmente, existe un servicio de limpieza “in situ” de redes, mediante equipos que cuentan con alta tecnología y logran buen rendimiento (m2/hr) y, en algunos casos, son autónomos (sin operador). Pero aún hay temas por resolver, como la cantidad de tensores, cantidad de pesos y deformación de la red en el agua, que en ocasiones dificultan la limpieza. También hay que considerar la operación de centros de mar en zonas cada vez más expuestas a temporales y corrientes, lo que implica nuevos desafíos y exigencias a las redes en cuanto a capacidad, resistencia, materialidad y diseño.
Fotografía: Sorken Group